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Variedades de uvas tradicionales de la viticultura española
Descripción de la publicación.
ANTIGVA
10/24/20245 min leer
En los últimos años, la viticultura española ha sido testigo de un notable renacimiento de las variedades de uva que creían extintas. Este movimiento no solo busca resaltar la diversidad vitivinícola del país, sino también promover la sostenibilidad, la autenticidad y el patrimonio cultural. En este artículo, exploraremos la importancia de las variedades de uva autóctonas, su historia, las regiones donde se cultivan y el impacto que tienen en el vino español actual.
¿Qué son las variedades de uva tradicional?
Las variedades de uva autóctonas o tradicionales son aquellas que se han adaptado y cultivado en una región específica durante siglos. Estas variedades no solo poseen características únicas que las diferencian de las variedades foráneas, sino que también están íntimamente ligadas al terroir, es decir, al suelo, clima y prácticas vitícolas de la zona. Algunas de las más reconocidas en España son la Tempranillo, la Garnacha, la Albariño y la Verdejo.
La historia del cultivo de variedades autóctonas en España
La viticultura en España tiene raíces antiguas, que se remontan a miles de años. A lo largo de su historia, el país ha sido un cruce de culturas y tradiciones, lo que ha influido en el desarrollo de sus variedades de uva. Sin embargo, durante el siglo XX, el enfoque en la producción de vino a gran escala llevó a la disminución de muchas variedades autóctonas en favor de unas más comerciales y rentables. Esta tendencia comenzó a cambiar a finales de siglo, cuando los viticultores más jovenes comenzaron a redescubrir el valor de sus tradiciones y el potencial de sus variedades nativas. En este post repasamos cuáles son las cuatro variedades tintas autóctonas con mayor presencia en nuestras viñas, es decir, las más cultivadas.
Variedades Vitis vinifera reconocidas y estilos de vino (Principales variedades tintas y blancas).
Tempranillo: Esta variedad tinta es de las más conocidas y extendidas en el viñedo español: es una de las uvas más cultivadas del país. Se trata de la uva más importante de regiones tan prestigiosas como Rioja y Ribera del Duero; y con ella se han elaborado muchos de los tintos que han situado a España en la élite del vino mundial.
Además como algo curioso, es que esta variedad adopta diferentes nombres según la región donde se cultive: Cencibel en Castilla-La Mancha; Tinta fina, Tinto fino y Tinta del país en Castilla y León; Ull de llebre en Cataluña… Por otro lado, su nombre –tempranillo- hace referencia a su pronta maduración.
Bobal: Es otra de las variedades más cultivadas detrás de la tempranillo. Está se concentra en la zona de Levante, ocupando el 75% de la superficie de viñedo que acoge la Denominación de Origen Utiel- Requena en la provincia de Valencia. Más allá de Levante, también se adapto a la región de la Denominación de Origen de Manchuela en la región de Castilla-La Mancha.
Esta variedad mediterránea y frágil se ha hecho un hueco entre las uvas rescatadas durante los últimos años para la elaboración de vinos de calidad. Se trata de una uva que ofrece vinos de perfil mediterráneo, con buenas dosis de frescura, cuerpo y estructura, con mucho color y aromas de frutas negras y especias. Con esta variedad se elaboran tintos jóvenes y tintos con crianza que muestran buen potencial de envejecimiento.
Garnacha Tinta: Es una de las variedades mas plantadas en España, inclusive mayor que la Tempranillo y la Bobal. Hay cultivos de garnacha en casi todos los puntos de la geografía española, especialmente en regiones como Aragón, Cataluña, Extremadura, Madrid, Méntrida, Navarra, Rioja entre otras regiones. La garnacha es, junto a la tempranillo, la uva española más conocida en el mercado nacional e internacional.
Desgraciadamente, esta variedad, productiva y vigorosa, fue en las pasadas décadas menospreciada, lo que llevó la desaparición de viñedos viejos muy valiosos. No obstante, no se perdieron todas estas cepas y en la presente década la garnacha ha vuelto a experimentar un gran auge.
La garnacha se expresa de forma muy diferente en función de los distintos suelos. En suelos ricos y valles fértiles, la garnacha muestra rendimientos muy altos, racimos grandes y compactos que pueden tener problemas para lograr una correcta maduración, ofreciendo vinos con una tendencia más oxidativa. Si se cultiva en suelos pobres y altitudes elevadas otorga rendimientos muy bajos y uvas pequeñas y concentradas que alcanzan la madurez poli fenólica y son ideales para elaborar vinos de guarda, como ocurre en Francia.
Monastrell (Mourvèdre): Variedad de piel gruesa y es muy tolerante a la sequía, pero necesita condiciones calurosas y soleadas para madurar sus racimos. Al igual que le sucedió a la garnacha, la uva monastrell fue durante años una variedad poco valorada, cultivada principalmente para la elaboración de vinos a granel y destinada a la mezcla con otras uvas para aportar color y grado. Afortunadamente, esos tiempos quedaron atrás y hoy es una de las mejores uvas tintas de nuestros viñedos. Una gran uva autóctona que reina en las regiones mediterráneas, se cultiva en Yecla, Jumilla y también en la región de Cataluña y la Comunidad Valenciana.
Se trata de una vid perfectamente integrada a estas regiones de secano de baja pluviometría, capaz de resistir las largas épocas de secano. Una uva de maduración tardía que se caracteriza por sus tintos con poderosa estructura y alta graduación alcohólica. Con la monastrell también se han elaborado pet-nats, vinos de guarda e interesantes vinos dulces.
Otras variedades de uva tinta españolas son: La Graciano, se cultiva principalmente en la Rioja. La Cariñena, en Francia es la Carignan, en Rioja es La Mazuelo, se combina muy bien con la Tempranillo y en la región del Priorat donde se cultiva, se mezcla con garnacha para mejorar la estructura tánica de los vinos. Otra variedad que destaca es la Mencía, se adapta a climas templados, son vinos de fruta fresca, acidez marcada y notas herbáceas.
Ahora podríamos hablar de las variedades blancas principales de nuestro territorio:
Verdejo, Sauvignon Blanc, Albariño, Airén o la Viura entre otras.
Este enfoque ha llevado a la creación de vinos más auténticos y representativos en el terruño de España, lo que ha atraído a un público creciente que busca experiencias más genuinas. La diversidad de estilos y sabores que ofrecen las variedades autóctonas permite a los consumidores explorar un mundo de posibilidades y descubrir la riqueza del patrimonio vitivinícola español.
Cómo te recomendamos que disfrutes estos vinos
Conoce y prueba diferentes estilos: Desde vinos tintos frescos hasta blancos robustos, las variedades autóctonas ofrecen una amplia gama de estilos. Experimenta con diferentes regiones y variedades para encontrar tus favoritos.
Maridajes: Los vinos autóctonos suelen estar muy bien adaptados a la gastronomía local.
Conoce bodegas de garaje: Muchos proyectos vitivinícolas en distintas regiones ofrecen catas y visitas guiadas, lo que te permite aprender más sobre el proceso de elaboración y la historia de sus variedades.
Apoya a los productores locales: disfrutaras de un producto único y también apoyas a viticultores que preservan la tradición y el patrimonio vitivinícola de España.
Recuperar vides viejas siempre es una celebración de la riqueza y diversidad del vino español. A medida que los consumidores se vuelven más conscientes de la importancia de la sostenibilidad y la autenticidad, la demanda de estos vinos seguirá creciendo. Al elegir variedades autóctonas, no solo disfrutarás de una experiencia vinícola excepcional, sino que también contribuirás a la preservación de un legado cultural invaluable.